Ehhh..
Mmhh...
Esto...
Para qué andarme por las ramas. Chapo el blog.
No era tampoco una sorpresa, ¿no?, teniendo en cuenta que llevo tres meses sin escribir nada era de prever. Iba a dejarlo tal cual, no me gustan las despedidas, pero bueno, os debía una explicación y además alguna cosita sobre el CEJ y las prácticas.
No obstante, vamos por partes (me niego a usar el chiste de Jack The Ripper). En primer lugar la explicación.
Este era un blog de un opositor, en el que hablaba de la oposición (y del Kas Limón algunas veces, ya). Y, claro, ya ni una cosa ni la otra (o sea, del kas limón sigo siendo, aunque me pase a veces al gintonic). Lo que quiero decir es que el cambio de chip ha sido mucho más fuerte de lo que creí nunca y los temas opositiles los veo muy lejanos ya (y eso que de vez en cuando le echo un vistazo al foro, que si no ni os cuento). Preciso, no tanto ajenos (ánimo a los que seguís en la lucha, vaya putada el test de jueces) como lejanos. No sé si me explico, que supongo, como es habitual que de que no.
Por otro lado, la falta de anonimato me impide escribir con auténtica libertad. La falta de anonimato y que soy Secretario Judicial, claro.
...
Vale, esa frase me ha sonado mal hasta a mí. Dejad que me desarrolle un poco (a ver si supero el uno setenta). Un ejemplo. Iba a escribir sobre el CEJ y las prácticas. Ahora tengo que hacerlo con cuidado. Que en realidad no, porque no había pensado hablar de nada polémico (porque no lo hay) pero, claro, no voy a rajar de las clases (que tampoco iba a hacerlo, las había buenas y malas), ni de los compañeros (máxime teniendo en cuenta que he conocido a una gente ma-ra-vi-llo-sa) ni a comentar cosas de las prácticas (aunque en realidad estoy encantado con la tutora) cuando, en virtud de mi magnífica habilidad en buscarme nick, ya se sabe de sobra quién escribe aquí.
Quiero decir, el problema no es que no pueda decir nada inconveniente, porque no lo iba a hacer; el problema es que, genéricamente, no puedo hacerlo (sí, ya lo sé, soy un libro abierto).
Además, ya sabéis que a mí lo que me gusta es escribir sobre el aspecto chorra de todo esto, y no me veo yo haciendo la entrada de "Yo no le miento a mi preparador" (demasiada flojera para poner enlace) desde mi nueva posición.
Y una vez dicho todo el anterior peñazo justificativo, lastimoso, cobarde y de autocompasión, me pongo a hablar del CEJ y las prácticas, que os lo debía desde hace tiempo ya.
CEJ:
Ah, el CEJ (dijo él mientras miraba melancólicamente por la ventana), dos meses que parecen una vida y se pasan volando. Varias veces me ha ocurrido el acordarme de algo que había hecho sólo unos días atrás y que, sin embargo, parecía que había ocurrido mucho, mucho antes. Síndrome del Gran Hermano, supongo, si entendéis de lo que hablo (que sigo suponiendo, que como de costumbre, de que no).
¿Qué deciros? Venga, en primer lugar la parte técnico-seria.
Supongo que como sabéis todos, el CEJ, como ente físico, bien inmueble, templo de sabiduría y tal, consiste en un coqueto (?) edificio sito en la Complutense, a las espaldas de la facultad de Derecho (muy metafórico todo, por cierto).
Las instalaciones, en sí, están bastante bien. Vamos, podrían ser mucho peores. Es más, si el centro estuviese en Andalucía lo serían, sin duda. La sala de ordenadores, nutridamente surtida (amén del wifi -intermitente- en todo el edificio), aunque, claro, al mes de pasar una tropa toqueteándolos, empezaban a colgarse de vez en cuando. Las aulas también bien. Con su portátil para el ponente y su pedazo de proyector para los PowerPoints. Un poco incómodas las que tienen los asientos del tipo ¿el-espacio-que-tengo-para-escribir-es-la-mierda-esta-que-tengo-debajo-del-brazo?, pero nada grave. Mención especial para los sillones del salón de actos, perfectos para una cabezadita cuando uno asistía a las charlas de por la tarde. Cuando uno asistía, claro (¿veis lo que os decía de medir las palabras y tal?).
La única pega es la falta de una cafetería, pero esto se suplía con la de la Facultad de Derecho. ¿Pegas? (aparte del mejunje que hacen pasar por café). Por un lado, que a veces se masifica (aunque cuando llegan los exámenes, eso es un páramo). Por otro, el hecho de ver a los chicos que están allí estudiando la carrera y que se te caiga el alma a los pies porque ya no te acuerdas de que fuiste tan joven (bueno, yo nací pureta, así que lo de la pena por la juventud perdida, tampoco tanto, eh). Consejo, para los días en que os quedéis a comer, si no os mola Derecho, por poco más comeis tranquilos en Informática, en la zona de profesores (o lo que sea esa sala). Ah, y ni se os ocurra pediros una hamburguesa en el Paraninfo (o como se llame el sitio para tomar birras al lado de la zona deportiva). O sí, si os gusta vivir peligrosamente.
(A esto creo que se le llama "descender al detalle en una narración")
Bien, bien, terminados los detalles logísticos, vamos con las clases. Psss. Ni fú ni fá. Buenas y malas.
Entrábamos a las diez y salíamos a las dos, dos y algo, con un descanso de media hora a las doce. Teníamos también (aunque no fueron todas las semanas) evaluaciones por las tardes (una tontada de examen que al final se hacía en común, es decir, ningún problema) y conferencias uno o dos días. El problema de las conferencias por las tardes es que te metías en ellas recién almorzado (comido, para los que no son de Valencia -chiste interno-) y entre la digestión y que algunas (algunas) veces eso era un muermazo total, te entraba un sueñecito tela de rico. Y al final terminaban pagando justos (ponentes) por pecadores.
Respecto a las clases mañaneras, pues de todo un poco. Empezamos bien, con clases no demasiado teóricas, aunque lo de la implantación de la NOJ, digámoslo de esta manera, realista, realista, no era. Pero claro, que estemos dos días con la ejecución y una semana con las conciliaciones y las técnicas de mediación y asertividad (teniendo en cuenta además lo enórmemente relevantes que son las conciliaciones en la vida de un juzgado -nótese la ironía-) pues no es serio. No es serio y quemó a mucha gente. Tanto, que cuando volvimos a aspectos más prácticos había(mos) desertado la mitad.
Debería hablar un poco del tema del control de asistencia. O no. O sí. O no. Bueno, sí, qué demonios. Durante (casi) el primer mes, inexistente. Durante el segundo, una vez que nos dieron las tarjetas (ta'jetah en chiclanero) identificativas, más inexistente aún. Cosa que me parece genial, porque evaluar el curso es una chorrada (además de casi imposible), así que el que quiera atender a la ponencia porque la considera interesante, fantástico, y el que considere que es un peñazo, que es mejor dormir la resaca/tomar birras/estudiar el examen de jueces, y que ya aprenderá en las prácticas (que para eso están) pues también chachi.
Claro que se parte con la ventaja de que ya sabías lo que te iba a tocar, ya que nos dividieron en cinco grupos (aunque variaron en circunstancias especiales) con lo que los cinco ponentes se rotaban y el lunes ya sabías lo que era interesante y lo que no.
Mi consejo, ir, salvo que alguna causa mayor (desde haberte acostado a las n horas un martes a que surja un plan cervecil) lo impida.
De todos modos, no os confundais, han habido muchas clases que me han gustado mucho (sobre todo las de Procesal Penal), incluso algunas, como las que dí en la sede del CGPJ, que, a priori, por su propia metodología (teatritos, juegos, etc...) no llamaban al optimismo, me sorprendieron muy gratamente. Es más, por lo que oimos de los fiscales que también dieron el curso, nos podíamos dar con un canto en los dientes respecto a cursos (de secres y fiscales) anteriores.
Total, todo este rollo para deciros que, en realidad, hay que hacer lo que uno hacía en la carrera. Que todos sabemos como se las gastan las Facultades de Derecho, nes pa?
Quizás el mayor debe que se le podría poner al curso es la ausencia de alguna actividad complementaria que se hacía otros años, salvo la apresurada, escasa e insulsa visita al Congreso. Pero bueno, para gustos colores.
En fin, que ya está bien de hablar de la parte peñazo del asunto (aunque si hay algo que os interese y me lo haya saltado, no teneis más que preguntarme en los comentarios, aunque cierre el blog, lo tengo enlazado al mail, así que me enteraré), pasemos a la parte lúdica... mmhh, esto se está haciendo muy largo, dejo para otra entrada el tema del jachondeo y las prácticas (no veais qué pedazo de despedida más larga).
No obstante, os hago un sutil resumen de cómo es el tema de la juerga y los compañeros de curso:
¡¡¡LA LECHE!!!
No obstante, vamos por partes (me niego a usar el chiste de Jack The Ripper). En primer lugar la explicación.
Este era un blog de un opositor, en el que hablaba de la oposición (y del Kas Limón algunas veces, ya). Y, claro, ya ni una cosa ni la otra (o sea, del kas limón sigo siendo, aunque me pase a veces al gintonic). Lo que quiero decir es que el cambio de chip ha sido mucho más fuerte de lo que creí nunca y los temas opositiles los veo muy lejanos ya (y eso que de vez en cuando le echo un vistazo al foro, que si no ni os cuento). Preciso, no tanto ajenos (ánimo a los que seguís en la lucha, vaya putada el test de jueces) como lejanos. No sé si me explico, que supongo, como es habitual que de que no.
Por otro lado, la falta de anonimato me impide escribir con auténtica libertad. La falta de anonimato y que soy Secretario Judicial, claro.
...
Vale, esa frase me ha sonado mal hasta a mí. Dejad que me desarrolle un poco (a ver si supero el uno setenta). Un ejemplo. Iba a escribir sobre el CEJ y las prácticas. Ahora tengo que hacerlo con cuidado. Que en realidad no, porque no había pensado hablar de nada polémico (porque no lo hay) pero, claro, no voy a rajar de las clases (que tampoco iba a hacerlo, las había buenas y malas), ni de los compañeros (máxime teniendo en cuenta que he conocido a una gente ma-ra-vi-llo-sa) ni a comentar cosas de las prácticas (aunque en realidad estoy encantado con la tutora) cuando, en virtud de mi magnífica habilidad en buscarme nick, ya se sabe de sobra quién escribe aquí.
Quiero decir, el problema no es que no pueda decir nada inconveniente, porque no lo iba a hacer; el problema es que, genéricamente, no puedo hacerlo (sí, ya lo sé, soy un libro abierto).
Además, ya sabéis que a mí lo que me gusta es escribir sobre el aspecto chorra de todo esto, y no me veo yo haciendo la entrada de "Yo no le miento a mi preparador" (demasiada flojera para poner enlace) desde mi nueva posición.
Y una vez dicho todo el anterior peñazo justificativo, lastimoso, cobarde y de autocompasión, me pongo a hablar del CEJ y las prácticas, que os lo debía desde hace tiempo ya.
CEJ:
Ah, el CEJ (dijo él mientras miraba melancólicamente por la ventana), dos meses que parecen una vida y se pasan volando. Varias veces me ha ocurrido el acordarme de algo que había hecho sólo unos días atrás y que, sin embargo, parecía que había ocurrido mucho, mucho antes. Síndrome del Gran Hermano, supongo, si entendéis de lo que hablo (que sigo suponiendo, que como de costumbre, de que no).
¿Qué deciros? Venga, en primer lugar la parte técnico-seria.
Supongo que como sabéis todos, el CEJ, como ente físico, bien inmueble, templo de sabiduría y tal, consiste en un coqueto (?) edificio sito en la Complutense, a las espaldas de la facultad de Derecho (muy metafórico todo, por cierto).
Las instalaciones, en sí, están bastante bien. Vamos, podrían ser mucho peores. Es más, si el centro estuviese en Andalucía lo serían, sin duda. La sala de ordenadores, nutridamente surtida (amén del wifi -intermitente- en todo el edificio), aunque, claro, al mes de pasar una tropa toqueteándolos, empezaban a colgarse de vez en cuando. Las aulas también bien. Con su portátil para el ponente y su pedazo de proyector para los PowerPoints. Un poco incómodas las que tienen los asientos del tipo ¿el-espacio-que-tengo-para-escribir-es-la-mierda-esta-que-tengo-debajo-del-brazo?, pero nada grave. Mención especial para los sillones del salón de actos, perfectos para una cabezadita cuando uno asistía a las charlas de por la tarde. Cuando uno asistía, claro (¿veis lo que os decía de medir las palabras y tal?).
La única pega es la falta de una cafetería, pero esto se suplía con la de la Facultad de Derecho. ¿Pegas? (aparte del mejunje que hacen pasar por café). Por un lado, que a veces se masifica (aunque cuando llegan los exámenes, eso es un páramo). Por otro, el hecho de ver a los chicos que están allí estudiando la carrera y que se te caiga el alma a los pies porque ya no te acuerdas de que fuiste tan joven (bueno, yo nací pureta, así que lo de la pena por la juventud perdida, tampoco tanto, eh). Consejo, para los días en que os quedéis a comer, si no os mola Derecho, por poco más comeis tranquilos en Informática, en la zona de profesores (o lo que sea esa sala). Ah, y ni se os ocurra pediros una hamburguesa en el Paraninfo (o como se llame el sitio para tomar birras al lado de la zona deportiva). O sí, si os gusta vivir peligrosamente.
(A esto creo que se le llama "descender al detalle en una narración")
Bien, bien, terminados los detalles logísticos, vamos con las clases. Psss. Ni fú ni fá. Buenas y malas.
Entrábamos a las diez y salíamos a las dos, dos y algo, con un descanso de media hora a las doce. Teníamos también (aunque no fueron todas las semanas) evaluaciones por las tardes (una tontada de examen que al final se hacía en común, es decir, ningún problema) y conferencias uno o dos días. El problema de las conferencias por las tardes es que te metías en ellas recién almorzado (comido, para los que no son de Valencia -chiste interno-) y entre la digestión y que algunas (algunas) veces eso era un muermazo total, te entraba un sueñecito tela de rico. Y al final terminaban pagando justos (ponentes) por pecadores.
Respecto a las clases mañaneras, pues de todo un poco. Empezamos bien, con clases no demasiado teóricas, aunque lo de la implantación de la NOJ, digámoslo de esta manera, realista, realista, no era. Pero claro, que estemos dos días con la ejecución y una semana con las conciliaciones y las técnicas de mediación y asertividad (teniendo en cuenta además lo enórmemente relevantes que son las conciliaciones en la vida de un juzgado -nótese la ironía-) pues no es serio. No es serio y quemó a mucha gente. Tanto, que cuando volvimos a aspectos más prácticos había(mos) desertado la mitad.
Debería hablar un poco del tema del control de asistencia. O no. O sí. O no. Bueno, sí, qué demonios. Durante (casi) el primer mes, inexistente. Durante el segundo, una vez que nos dieron las tarjetas (ta'jetah en chiclanero) identificativas, más inexistente aún. Cosa que me parece genial, porque evaluar el curso es una chorrada (además de casi imposible), así que el que quiera atender a la ponencia porque la considera interesante, fantástico, y el que considere que es un peñazo, que es mejor dormir la resaca/tomar birras/estudiar el examen de jueces, y que ya aprenderá en las prácticas (que para eso están) pues también chachi.
Claro que se parte con la ventaja de que ya sabías lo que te iba a tocar, ya que nos dividieron en cinco grupos (aunque variaron en circunstancias especiales) con lo que los cinco ponentes se rotaban y el lunes ya sabías lo que era interesante y lo que no.
Mi consejo, ir, salvo que alguna causa mayor (desde haberte acostado a las n horas un martes a que surja un plan cervecil) lo impida.
De todos modos, no os confundais, han habido muchas clases que me han gustado mucho (sobre todo las de Procesal Penal), incluso algunas, como las que dí en la sede del CGPJ, que, a priori, por su propia metodología (teatritos, juegos, etc...) no llamaban al optimismo, me sorprendieron muy gratamente. Es más, por lo que oimos de los fiscales que también dieron el curso, nos podíamos dar con un canto en los dientes respecto a cursos (de secres y fiscales) anteriores.
Total, todo este rollo para deciros que, en realidad, hay que hacer lo que uno hacía en la carrera. Que todos sabemos como se las gastan las Facultades de Derecho, nes pa?
Quizás el mayor debe que se le podría poner al curso es la ausencia de alguna actividad complementaria que se hacía otros años, salvo la apresurada, escasa e insulsa visita al Congreso. Pero bueno, para gustos colores.
En fin, que ya está bien de hablar de la parte peñazo del asunto (aunque si hay algo que os interese y me lo haya saltado, no teneis más que preguntarme en los comentarios, aunque cierre el blog, lo tengo enlazado al mail, así que me enteraré), pasemos a la parte lúdica... mmhh, esto se está haciendo muy largo, dejo para otra entrada el tema del jachondeo y las prácticas (no veais qué pedazo de despedida más larga).
No obstante, os hago un sutil resumen de cómo es el tema de la juerga y los compañeros de curso:
¡¡¡LA LECHE!!!